Metro de Santiago: un colapso tras otro en un sistema al límite

Con miles de usuarios afectados por demoras, evacuaciones y un servicio cada vez menos confiable, el Metro de Santiago enfrenta críticas por su falta de mantenimiento y planificación. Este artículo analiza las causas de las fallas, las reacciones ciudadanas y el impacto en la movilidad urbana, cerrando con un análisis crítico sobre la gestión del sistema por parte de The Times en español.

Editorial16 de abril de 2025The Times en EspañolThe Times en Español
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Metro Linea 5Agencia Uno

Santiago, Chile, 16 de abril de 2025 - El Metro de Santiago, alguna vez símbolo de modernidad y eficiencia en América Latina, atraviesa una crisis que parece no tener fin. La masiva falla técnica en la Línea 5 del 16 de abril de 2025, que dejó a miles de pasajeros varados y obligó a evacuaciones a pie por las vías, es solo el episodio más reciente de una serie de colapsos que han erosionado la confianza en el sistema. Estas interrupciones, que se han vuelto alarmantemente frecuentes, exponen una preocupante falta de mantenimiento, planificación y capacidad de respuesta, poniendo en riesgo la movilidad de millones de santiaguinos.

La falla del 16 de abril comenzó a las 07:00 horas, en plena hora punta, cuando una avería eléctrica paralizó el tramo entre Vicente Valdés y Ñuble de la Línea 5, una de las arterias principales del Metro. Miles de pasajeros quedaron atrapados en vagones sin ventilación ni información clara, mientras las estaciones colapsaban por el cierre de accesos. La evacuación por las vías, guiada por personal del Metro, dejó imágenes impactantes: usuarios caminando en túneles oscuros, iluminados solo por las linternas de sus celulares.


Metro de Santiago informó a través de X que el problema era de “alta complejidad” y que el servicio se reanudaría parcialmente pasadas las 10:00 horas. Sin embargo, la respuesta fue insuficiente para mitigar el caos. Los 150 buses de apoyo desplegados por el Ministerio de Transportes no dieron abasto, generando filas interminables en paraderos y demoras que afectaron la jornada laboral de miles de personas. En redes sociales, hashtags como #MetroCaos y #SantiagoSinMetro se volvieron virales, reflejando la indignación ciudadana.
Fallas recurrentes: un problema crónico


El incidente de la Línea 5 no es un caso aislado. En las últimas semanas, el Metro ha enfrentado múltiples interrupciones. El 8 de abril, la misma Línea 5 sufrió retrasos por “problemas técnicos”, mientras que el 25 de febrero un apagón nacional dejó a toda la red inoperativa, con evacuaciones similares. Estos eventos se suman a fallas reportadas en 2024, como la interrupción de la Línea 1 en octubre por un desperfecto en un tren y los cortes en la Línea 2 en diciembre por problemas en las vías.


Según datos recopilados de comunicados oficiales de Metro, la red ha registrado al menos 12 incidentes significativos en los últimos 12 meses, un aumento respecto a los 8 reportados en 2023. Estas cifras, aunque preocupantes, no capturan el impacto cotidiano de retrasos menores y hacinamiento, que han convertido los viajes en una experiencia frustrante para los 2.3 millones de pasajeros diarios.


Metro de Santiago atribuyó la falla del 16 de abril a un “desperfecto eléctrico” y prometió una investigación exhaustiva. Sin embargo, la empresa no ha proporcionado detalles sobre las causas específicas ni un plan concreto para evitar futuros colapsos. El ministro de Transportes, Juan Carlos Muñoz, defendió el sistema en Radio Infinita, asegurando que “el Metro sigue siendo uno de los más confiables de la región” y que los buses de apoyo son una solución efectiva. Estas declaraciones fueron recibidas con escepticismo, especialmente tras reportes de que los buses de apoyo tardaron hasta 40 minutos en llegar a las zonas afectadas.

El costo económico de estas fallas también es significativo. Según un estudio de la Cámara de Comercio de Santiago, las interrupciones del Metro generan pérdidas diarias de hasta 50 millones de pesos en productividad, además de afectar la calidad de vida de los usuarios. En un contexto de inflación y aumento del costo de vida, estas demoras agravan las dificultades de los santiaguinos.



El Metro es la columna vertebral del transporte público en Santiago, conectando 7 líneas y 136 estaciones que cubren gran parte de la Región Metropolitana. Su colapso no solo afecta a los pasajeros directos, sino que sobrecarga otros sistemas, como los buses del Transantiago, y aumenta la congestión vehicular. El 16 de abril, la Dirección de Transporte Público Metropolitano reportó un incremento del 20% en los tiempos de viaje en superficie en las comunas de Ñuñoa, Macul y Santiago Centro, zonas directamente impactadas por la falla de la Línea 5.


Este escenario pone en evidencia la falta de alternativas robustas al Metro. A diferencia de ciudades como Bogotá o Ciudad de México, donde los sistemas de buses rápidos (BRT) complementan el metro, Santiago depende en exceso de su red subterránea. La prometida expansión de líneas, como la Línea 7, sigue en construcción, con una apertura proyectada para 2028, mientras que los proyectos de trenes suburbanos, como el Tren Santiago-Batuco, enfrentan retrasos.


Desde The Times en español, consideramos que las constantes fallas del Metro de Santiago son un síntoma de una crisis más profunda en la gestión del transporte público chileno. La infraestructura, aunque moderna en su momento, no ha sido adecuadamente mantenida ni actualizada para satisfacer las demandas de una ciudad que ha crecido exponencialmente. La falta de inversión en redundancia tecnológica y planes de contingencia deja al sistema vulnerable a colapsos que, como el del 16 de abril, tienen un impacto desproporcionado en la vida de los ciudadanos.


La respuesta de las autoridades, centrada en disculpas y soluciones parche, no aborda las causas estructurales. Metro de Santiago debe priorizar auditorías independientes, modernización de equipos y mayor transparencia en la asignación de recursos. Asimismo, el gobierno debe acelerar la diversificación del transporte público, invirtiendo en sistemas complementarios que reduzcan la dependencia del Metro.


En un país donde la desigualdad se refleja en el acceso al transporte, estas fallas afectan especialmente a los sectores más vulnerables, que no tienen alternativas como vehículos privados. La crisis del Metro es, en última instancia, una cuestión de justicia social. The Times en español continuará monitoreando este tema, exigiendo respuestas y soluciones que devuelvan a los santiaguinos un sistema digno y confiable.
 


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