El White House Correspondents’ Dinner se reinventa: entre ataques, polémicas y un guiño a la resistencia periodística

En un año marcado por tensiones con el poder y decisiones controvertidas, Eugene Daniels defiende la misión de la prensa en un evento sin presidente ni comedia, pero con un foco claro: la Primera Enmienda. La exclusión de Amber Ruffin y las movidas de Trump contra los medios tiñen una noche que busca celebrar a los periodistas, mientras la WHCA enfrenta críticas y se adapta a tiempos turbulentos.

Estados Unidos26 de abril de 2025The Times en EspañolThe Times en Español
Eugene Daniels
Eugene DanielsGetty Images

Washington D.C., 26 de abril de 2025  El White House Correspondents’ Dinner de este año no fue el típico festín de risas y discursos presidenciales. Sin un comediante en el escenario ni un mandatario en la mesa principal, el evento celebrado el sábado en el Washington Hilton Hotel tomó un tono más sobrio, casi de resistencia. Eugene Daniels, presidente de la White House Correspondents Association (WHCA) y futuro rostro de MSNBC, abrió la noche con un mensaje que osciló entre la autocrítica y la defensa apasionada del oficio periodístico. “Hemos sido probados, atacados, puestos a prueba”, dijo Daniels, reconociendo un año de tormentas para la asociación y sus casi 900 miembros.


La ausencia de un presidente en el evento no es nueva —Donald Trump ya rompió esa tradición en su primer mandato, convirtiéndose en el único en un siglo en no asistir ni una vez—, pero este 2025 trajo un giro adicional: la decisión de prescindir también del tradicional roast cómico. En febrero, la WHCA había elegido a Amber Ruffin, conocida por su humor mordaz y sus críticas al trumpismo, para animar la velada. Sin embargo, tras quejas de sectores conservadores que la acusaron de polarizar, la asociación dio marcha atrás y la desinvitó en marzo. Daniels no mencionó el episodio directamente en su discurso, pero lo dejó entre líneas al agradecer a su junta directiva: “Hemos pasado por el ringer”.


El trasfondo de esta decisión es un reflejo de las tensiones que atraviesan al periodismo estadounidense. La administración Trump, según Daniels y otros miembros de la WHCA, ha intensificado sus maniobras contra la prensa, incluyendo intentos de controlar la organización y las asignaciones del pool de prensa de la Casa Blanca. En un año electoral y con Trump de nuevo en el centro del debate político, la WHCA optó por un enfoque más “puro”: celebrar a los estudiantes becados y destacar el compromiso con la Primera Enmienda, esa garantía constitucional de la libertad de prensa que, para muchos en la sala, está bajo amenaza.


Todos los días corremos a la Casa Blanca —en avión, tren o automóvil— con una misión: hacer rendir cuentas a los poderosos y contar las historias de quienes no pueden hacerlo por sí mismos”, afirmó Daniels ante un auditorio repleto de periodistas, editores y figuras del medio. Su tono, firme pero conciliador, buscó tender puentes en un gremio que no solo lidia con presiones externas, sino también con divisiones internas sobre cómo responder a un panorama mediático cada vez más hostil.


La exclusión de Ruffin no pasó desapercibida. En su comunicado de marzo, Daniels justificó la movida como una forma de evitar “la política de la división” y mantener el foco en el periodismo. Pero para algunos críticos, fue una capitulación ante las presiones conservadoras, un paso atrás en un momento en que la prensa necesita mostrarse más desafiante que nunca. Otros, en cambio, aplaudieron la decisión como un gesto diplomático en un contexto inflamable. Lo cierto es que el incidente dejó a la WHCA en una posición incómoda, atrapada entre su legado de irreverencia y la necesidad de proyectar unidad.


El evento en sí fue una mezcla de solemnidad y camaradería. Sin el brillo de las celebridades o las pullas de un comediante, la noche se centró en los estudiantes becados —el corazón del fondo que recauda la cena desde 1921— y en reconocimientos a la labor periodística. Daniels, con su característico humor seco, cerró sus palabras con una broma sobre la competitividad del gremio: “Si hay noticias de última hora, volveré a subir para contárselas. A menos que sea demasiado buena, entonces solo se lo susurraré a mis nuevos jefes de MSNBC”. La sala rio, pero el comentario también subrayó su próximo salto a “The Weekend”, el programa matutino de la cadena, donde compartirá pantalla los fines de semana.


El Dinner de este año no solo fue diferente por lo que faltó, sino por lo que intentó ser: un refugio para un oficio bajo asedio. La relación de Trump con la prensa ha sido un campo de batalla desde su primera campaña, y su ausencia crónica en estos eventos —junto con sus ataques verbales y tácticas para limitar el acceso— ha dejado heridas profundas. Daniels, veterano de Politico y una voz respetada en Washington, parece consciente de que liderar la WHCA en este momento es navegar un barco en aguas turbulentas.


Aun así, el mensaje final fue de resiliencia. “Eso nunca ha parado, y nunca parará”, insistió sobre la misión de los periodistas. En un país donde la confianza en los medios sigue erosionándose y las acusaciones de “fake news” son moneda corriente, el White House Correspondents’ Dinner de 2025 no fue una fiesta, sino una declaración: la prensa, golpeada pero no vencida, sigue en pie.


 
¿Resistencia o rendición? Un Dinner con sabor agridulce



Desde Washington D.C., en La Cena de Corresponsales de La Casa Blanca de este año dejó más preguntas que aplausos. Eugene Daniels, con su mezcla de carisma y cautela, intentó capitanear una noche que, según nuestras fuentes en The Times en español, buscaba ser un bálsamo para un gremio magullado. Pero, ¿fue suficiente? La decisión de bajar a Amber Ruffin del escenario —un movimiento que algunos en nuestra redacción llaman “el gran autogol de la WHCA”— huele más a diplomacia temerosa que a estrategia brillante. En un momento en que Trump aprieta las tuercas a la prensa,

¿no era el humor afilado justo lo que se necesitaba?


Daniels habló de ataques y pruebas, pero evitó nombrar al elefante en la sala —o más bien, al magnate que no se sentó a la mesa—. Para The Times en español, este Dinner fue un espejo de las contradicciones del periodismo actual: valiente en su retórica, titubeante en sus actos. Con Trump jugando al ajedrez político y la WHCA moviendo peones, nos queda el sabor de una resistencia a medias, aderezada con becas y buenas intenciones. ¿Satírica, la noche? Solo si consideramos que la prensa se ríe de sí misma mientras esquiva los golpes.

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