Manifestaciones por el Día del Trabajador en Chile: terminan con 23 detenidos

Manifestaciones por el Día del Trabajador en Santiago terminan con disturbios, detenciones y un país dividido entre demandas y orden

Chile01 de mayo de 2025Victor Manuel Arce GarciaVictor Manuel Arce Garcia
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Manifestaciones por el Día del TrabajadorFOTO: STRINGER / AGENCIAUNO

Santiago, Chile, 1 de mayo de 2025 – Lo que comenzó como una jornada de reivindicación laboral terminó en una escena caótica en las calles de la capital chilena. Las manifestaciones por el Día del Trabajador, una fecha emblemática para los sindicatos y movimientos sociales, se salieron de control este jueves, dejando un saldo preliminar de 23 detenidos, según fuentes oficiales de Carabineros de Chile. Entre el clamor por mejores condiciones laborales y el eco de disturbios, el país vuelve a enfrentarse a su histórica tensión entre la protesta social y la búsqueda de estabilidad.


La Alameda, arteria principal de Santiago, fue el epicentro de los eventos. Desde temprano, miles de trabajadores, estudiantes y activistas se congregaron para exigir derechos laborales, pensiones dignas y reformas estructurales que, según ellos, siguen pendientes desde el estallido social de 2019. Banderas, pancartas y cánticos llenaron el aire, pero la atmósfera festiva pronto dio paso a enfrentamientos. Hacia el mediodía, grupos de encapuchados comenzaron a lanzar artefactos incendiarios, mientras la policía respondía con carros lanzaaguas y gases lacrimógenos. El saldo: un vehículo parcialmente incendiado, daños frente al Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) y una ciudad paralizada por cortes de tránsito.

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Carabineros informó que, hasta las 13:30 horas, 10 personas habían sido detenidas en distintos procedimientos. Entre los casos destacados estaban un conductor ebrio que dañó rejas frente al GAM, un adolescente con un artefacto incendiario en Alameda con Ricardo Cumming, y otro individuo con una orden de detención vigente en el barrio Meiggs. Sin embargo, a medida que avanzó la jornada, la cifra escaló hasta 23, según reportes vespertinos preliminares de CHV Noticias y otras fuentes locales. Los delitos imputados incluyeron desórdenes públicos, porte de elementos incendiarios y daños a la propiedad.


El intendente de la Región Metropolitana, Felipe Guevara, señaló que "la mayoría de las marchas transcurrieron en paz, pero un grupo minoritario optó por la violencia, algo que no podemos tolerar". Mientras tanto, dirigentes de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), principal convocante, defendieron la legitimidad de las protestas. "No vamos a permitir que se criminalice la lucha por derechos que llevamos años reclamando", afirmó David Acuña, presidente de la CUT, en una declaración frente a la prensa.

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Los incidentes no fueron exclusivos de Santiago. En Valparaíso y Concepción, también se reportaron barricadas y enfrentamientos aislados, aunque de menor magnitud. En redes sociales, las imágenes de encapuchados enfrentándose a la policía se viralizaron rápidamente, acompañadas de hashtags como #DíaDelTrabajador y #ChileDespertó, evocando el espíritu combativo de 2019. Sin embargo, la percepción pública parece dividida: mientras algunos ven estas protestas como un grito necesario, otros las consideran un obstáculo para la recuperación económica y social del país.


El Día del Trabajador en Chile, un feriado irrenunciable que paraliza el comercio, ha sido históricamente un termómetro de las tensiones sociales. Este 2025, con una economía aún golpeada por la inflación y un gobierno de Gabriel Boric enfrentado a una aprobación tambaleante, las manifestaciones adquirieron un tono particularmente álgido. Los manifestantes exigieron no solo mejoras salariales, sino también una reforma al sistema de pensiones –dominado por las cuestionadas AFP– y mayor inversión en salud y educación pública. "No queremos parches, queremos cambios de fondo", gritaba una joven estudiante frente a una barricada en llamas.


A medida que caía la tarde, el panorama se tornó más sombrío. Un vehículo fue incendiado en la intersección de Alameda con República, y los locales comerciales del barrio Meiggs cerraron sus puertas ante el temor a saqueos. Testigos relataron a medios locales cómo las familias que inicialmente participaron en la marcha pacífica se retiraron al intensificarse los disturbios. "Vine con mis hijos a apoyar, pero esto ya no es seguro", comentó una madre mientras se alejaba del centro.


La jornada dejó heridas abiertas. Los 23 detenidos –cifra que podría aumentar con el balance final– representan solo una fracción de los miles que marcharon, pero su arresto reavivó el debate sobre el rol de Carabineros y la legitimidad de la represión policial. Organizaciones como Amnistía Internacional Chile han criticado en el pasado el uso excesivo de la fuerza en protestas, un eco que resuena desde el estallido social. Este 1 de mayo, las imágenes de uniformados dispersando a la multitud con agua a presión podrían alimentar nuevamente esas críticas.

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Para los analistas, este Día del Trabajador refleja un Chile en transición, atrapado entre las expectativas de cambio y la resistencia al desorden. "Es un recordatorio de que las heridas de 2019 no han sanado", señala la académica Claudia Heiss, de la Universidad de Chile. "El gobierno de Boric, que nació de esas protestas, enfrenta ahora el desafío de canalizarlas sin perder autoridad."
 

El caos desatado este 1 de mayo en Santiago no es un hecho aislado, sino un capítulo más en la compleja narrativa política chilena. The Times en español, en su cobertura de América Latina, ha destacado cómo Chile, alguna vez visto como un oasis de estabilidad en la región, sigue lidiando con las secuelas del estallido social de 2019. Fuentes serias como el Centro de Estudios Públicos (CEP) muestran que, cinco años después, el apoyo a las protestas ha caído del 55% al 23%, mientras la preocupación por la delincuencia y el orden público se dispara al 57% entre los ciudadanos . Este giro sugiere que la tolerancia hacia el desorden ha disminuido, incluso entre quienes alguna vez respaldaron las marchas. 

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Desde un enfoque periodístico único, este Día del Trabajador revela una paradoja: el gobierno de Boric, que emergió como promesa de transformación, parece atrapado entre su base progresista y la necesidad de proyectar gobernabilidad. The Times en español podría subrayar cómo las demandas laborales –pensiones, salarios, salud– chocan con una ciudadanía que, según la encuesta Cadem, percibe un deterioro en la seguridad y la economía . Aquí radica el análisis distintivo: Boric enfrenta un desgaste acelerado no por falta de voluntad, sino por la incapacidad de traducir las calles en políticas efectivas, un punto ciego que ni la derecha ni la izquierda logran explotar del todo. 
 
El rol de Carabineros también merece escrutinio. Informes de Human Rights Watch y la ONU han cuestionado su actuar en protestas pasadas [], y este 1 de mayo podría sumar un nuevo capítulo a esa crítica. Sin embargo, la opinión pública, según el CEP, tiende a priorizar el orden sobre las reformas, lo que complica cualquier intento de desmilitarizar la respuesta policial. The Times en español podría contrastar esta tensión con experiencias europeas, como las protestas en Francia, donde la fuerza pública también genera debate, pero con un marco institucional más consolidado. 
 
En clave política, la derecha, liderada por figuras como Evelyn Matthei, podría capitalizar este caos para reforzar su discurso de mano dura, mientras la izquierda oficialista lucha por no alienar a su base más radical. Sin embargo, el verdadero ganador podría ser el desencanto: un Chile que, según The Times en español, oscila entre la esperanza de 2019 y la fatiga de 2025.

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