Presidente Boric se muda a San Miguel: un cambio con eco político

El traslado también refleja un cambio en la narrativa personal del presidente. Si Yungay representaba al Boric estudiante y activista, San Miguel parece encarnar al Boric padre y estadista, un líder que busca tender puentes en un país fracturado.

Chile19 de mayo de 2025Victor Manuel Arce GarciaVictor Manuel Arce Garcia
Presidente Boric
Presidente Boric📷 Prensa Presidencia

Santiago, Chile – En un giro inesperado, el presidente de Chile, Gabriel Boric, reveló el lunes 19 de mayo de 2025 su decisión de abandonar el histórico barrio de Yungay para mudarse a San Miguel, una comuna conocida por su diversidad cultural y desarrollo urbano. Durante una actividad pública, Boric comunicó su intención de trasladarse, un anuncio que ha provocado un aluvión de reacciones en redes sociales y círculos políticos. "En un tiempo más", afirmó el mandatario, dejando abierta la fecha exacta de la mudanza, pero confirmando su interés en instalarse en un sector que encapsula una mezcla de tradición y modernidad en la capital chilena.

El traslado también refleja un cambio en la narrativa personal del presidente. Si Yungay representaba al Boric estudiante y activista, San Miguel parece encarnar al Boric padre y estadista, un líder que busca tender puentes en un país fracturado. Este giro, o "voltereta", como algunos lo han llamado en redes sociales, llega en un momento de inflexión para su gobierno, marcado por avances como la reforma de pensiones y desafíos como la inseguridad y el bajo crecimiento económico.

Un nuevo capítulo personal para Boric

Gabriel Boric, a sus 39 años, ha logrado marcar su estilo de vida como un sello distintivo de su presidencia. Desde su asunción al cargo en marzo de 2022, el exlíder estudiantil ha desafiado varias tradiciones de sus predecesores, optando por no vivir en el Palacio de La Moneda y eligiendo Yungay, un barrio bohemio y popular en el corazón de Santiago. Esta primera elección fue percibida como un gesto de cercanía con las clases medias y trabajadoras, además de ser un guiño a la corriente progresista que lo llevó al poder.

La decisión de mudarse a San Miguel representa un nuevo capítulo en su narrativa personal, que podría verse influenciada por su reciente paternidad, dado el nacimiento de su hija Violeta. Este entorno más familiar, con parques y una oferta cultural vibrante, se presenta como un lugar idóneo para criar a su primogénita junto a su pareja, Paula Carrasco, una química ambiental y deportista de alto rendimiento. En sus declaraciones, Boric subrayó que San Miguel es una comuna que "representa la diversidad de Chile" y que está "en constante transformación", sugiriendo una intención de reforzar su conexión con los sectores populares en una etapa en que su aprobación se sitúa en un 33%, según encuestas recientes. Este cambio de residencia, aunque puede parecer personal, no está exento de lecturas políticas, especialmente en el último tramo de su mandato, que finaliza en marzo de 2026.

San Miguel: un barrio con historia y proyección

San Miguel, situado al sur de Santiago, es un área que fusiona la herencia de poblaciones obreras con un desarrollo urbano moderno. Conocido por hitos culturales como el Museo a Cielo Abierto, el barrio ha atraído a familias jóvenes y profesionales gracias a su conectividad, áreas verdes y una emergente escena gastronómica. A diferencia de Yungay, que se asocia más con un carácter bohemio y la activismo social, San Miguel proyecta una imagen de progreso y estabilidad, lo que podría resonar con el mensaje de moderación que Boric ha intentado consolidar durante su mandato.

Un cambio de residencia en este contexto también se alinea con el proceso de transformación que involucra a Santiago, donde los criterios de urbanismo y calidad de vida se han vuelto esenciales. Además, la elección de San Miguel podría ser vista como una estrategia para proyectar una identidad política más centrada en los valores familiares, especialmente ahora que Boric enfrenta las responsabilidades de ser un nuevo padre.

Contexto político: un mandato en la recta final

El anuncio de Boric llega en un momento crítico de su mandato, donde las expectativas iniciales de su gobierno han sido desafiadas por diversas dificultades. La reforma de pensiones, uno de sus mayores logros, fue aprobada en enero de 2025, pero implicó concesiones que diluyeron su propuesta original. Igualmente, el fracaso de los procesos constituyentes ha marcado negativamente su administración, alejándola del ímpetu transformador que prometió tras el estallido social de 2019.

A esto se suma un panorama económico oscuro, donde el Banco Central de Chile prevé un crecimiento promedio de solo un 1,8% anual hasta 2034, uno de los peores desempeños que se han registrado desde el retorno a la democracia. En este escenario, el traslado a San Miguel puede interpretarse como un esfuerzo por recuperar la narrativa de un presidente joven y progresista, aunque más pragmático.

Yungay es un símbolo de la lucha estudiantil y de clases sociales, mientras que San Miguel podría representar una madurez política que busca construir puentes con sectores más amplios de la sociedad chilena.

Análisis político: The Times en Español

El simbolismo de San Miguel: ¿un giro estratégico o una decisión personal?

El anuncio de Gabriel Boric sobre su traslado a San Miguel no es un hecho aislado, sino una pieza más en el complejo rompecabezas de su presidencia. Desde que asumió el cargo en 2022, Boric ha navegado entre las expectativas de una izquierda radical y las demandas de una sociedad cada vez más desencantada con la clase política. Su decisión de mudarse de Yungay a San Miguel refleja, en parte, la evolución de un líder que busca equilibrar su identidad progresista con la necesidad de gobernar para todos los chilenos.

Un análisis de El País menciona que Boric ha experimentado una "maduración" política, marcada por gestos como su autocrítica en el funeral de Sebastián Piñera y su disposición a negociar con sectores moderados. El traslado a San Miguel, un barrio que combina tradición obrera y modernidad, puede interpretarse como un intento de proyectar esta madurez. A diferencia de Yungay, que se asocia con la izquierda más combativa, San Miguel ofrece un espacio menos polarizado, lo que puede ayudar a Boric a reconectar con la clase media, un sector clave para las elecciones de 2026.

Sin embargo, el impacto de esta decisión no está garantizado. Como señala Ernesto Ottone en una entrevista con El País, Boric debe hablar "para todos los chilenos, no solo para los suyos". Existe el riesgo de que el traslado sea percibido como una maniobra cosmética en un contexto de problemas estructurales, tales como la inseguridad y el estancamiento económico. La oposición, liderada por Matthei, ya ha capitalizado esta narrativa, acusando al gobierno de distraerse con gestos simbólicos mientras el país enfrenta una delincuencia alarmante.

Desde una perspectiva histórica, el traslado también evoca la tradición de presidentes chilenos que han utilizado su lugar de residencia como un símbolo político. Salvador Allende, por ejemplo, vivía en un barrio acomodado, pero su discurso lo conectaba directamente con las masas. Boric, al mudarse a San Miguel, parece buscar un equilibrio similar: un barrio popular, pero con un perfil moderno que no aliena a las élites. Sin embargo, como advierte Constanza Michelson en El País, el país está en un momento de "duelo colectivo" tras los incendios de 2024 y otros desafíos, lo que exige al presidente una narrativa más unificadora que gestos individuales.

En términos de comunicación, el anuncio fue astuto. Boric aprovechó un evento público para soltar la noticia de manera espontánea, generando cobertura inmediata en medios como CNN Chile y Cooperativa. Su frase "en un tiempo más", aunque vaga, mantiene la atención mediática sin comprometer una fecha concreta, una estrategia que le permite controlar el relato. No obstante, el verdadero desafío será traducir este gesto en una sensación de cercanía y eficacia, especialmente cuando las encuestas muestran que la inseguridad sigue siendo la principal preocupación ciudadana.

En conclusión, el traslado a San Miguel es un movimiento que fusiona lo personal y lo político. Si Boric logra enmarcarlo como parte de una visión más amplia de unidad y progreso, podría fortalecer su legado en el ocaso de su mandato. Pero si la percepción pública lo reduce a un cambio de dirección postal, el gesto perderá su fuerza ante los problemas urgentes que enfrenta Chile. En un país polarizado, el éxito de Boric dependerá de su capacidad para transformar símbolos en resultados tangibles.

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