China corta el flujo de capital a EE.UU.: un golpe en la guerra comercial que sacude al mundo

La decisión, impulsada por la presión del gobierno chino, refleja una escalada en las tensiones con Washington y podría limitar el acceso de fondos estadounidenses a la inmensa riqueza de los inversores estatales chinos, mientras el conflicto económico entre ambas potencias se profundiza.

Mundo21 de abril de 2025The Times en EspañolThe Times en Español
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E P A - E F E / A L E X P L A V E V S K I

Beijing, China - En un giro dramático que sacude los cimientos de la inversión global, China ha anunciado que suspenderá nuevas inversiones en empresas de capital privado con sede en Estados Unidos, según informó el prestigioso diario Financial Times. Este movimiento, confirmado por fuentes cercanas al asunto, marca un nuevo capítulo en la guerra comercial que enfrenta a Beijing y Washington, dos de las economías más grandes del mundo. La decisión, que afecta a fondos respaldados por el Estado chino, como el poderoso China Investment Corporation (CIC) —con activos que superan el billón de dólares—, responde a una directiva del gobierno chino en medio de un conflicto económico que no muestra signos de desaceleración.


El reporte del Financial Times, publicado el 21 de abril de 2025, detalla que las empresas estatales chinas han recibido instrucciones de abstenerse de comprometer nuevos fondos en firmas de capital privado estadounidenses. Esta medida no solo detiene la inyección de capital fresco en un sector que ha dependido históricamente de la participación china, sino que también envía un mensaje claro: Beijing está dispuesto a usar su músculo financiero como arma en esta batalla geopolítica. Además, algunas fuentes indican que los fondos chinos están buscando ser excluidos incluso de inversiones en empresas estadounidenses gestionadas por firmas de capital privado no basadas en EE.UU., lo que amplifica el alcance de esta restricción.


Durante las últimas tres décadas, los inversores chinos, incluidos CIC y la Administración Estatal de Divisas (SAFE), han desempeñado un papel crucial en el auge del capital privado estadounidense. Según datos de Global SWF, hasta 2023, CIC y SAFE tenían aproximadamente el 25% de sus activos —valuados en 1.35 billones y 1 billón de dólares, respectivamente— invertidos en alternativas como el capital privado. Firmas estadounidenses de renombre como BlackRock, Carlyle, Thoma Bravo y Vista Equity Partners han sido beneficiarias de este flujo de capital, que ayudó a transformar el sector de una industria nicho a un gigante que gestiona 4.7 billones de dólares. Sin embargo, este anuncio pone fin a una relación simbiótica que había resistido incluso los primeros embates de la guerra comercial iniciada en 2018 bajo la administración de Donald Trump.


La guerra comercial entre China y Estados Unidos ha alcanzado nuevos niveles de intensidad en las últimas semanas. Desde principios de abril de 2025, la administración Trump ha impuesto aranceles de hasta el 145% sobre bienes chinos, una medida que Beijing contrarrestó rápidamente con tarifas del 125% sobre importaciones estadounidenses. Este intercambio de golpes arancelarios ha exacerbado las tensiones, llevando a China a adoptar estrategias más agresivas. La suspensión de inversiones en capital privado se interpreta como una respuesta directa a estas políticas, así como a las restricciones estadounidenses sobre tecnología y la inversión saliente hacia China, implementadas por la administración Biden y endurecidas bajo el actual gobierno.


El impacto de esta decisión es monumental. Para las firmas de capital privado estadounidenses, la pérdida de acceso a los fondos chinos representa un golpe financiero significativo. Durante años, estas empresas han dependido de la liquidez proporcionada por inversores estatales chinos para financiar adquisiciones, startups y proyectos de infraestructura. Por ejemplo, Global Infrastructure Partners, ahora propiedad de BlackRock, ha sido uno de los muchos beneficiarios de este capital. Sin embargo, con esta nueva política, las firmas estadounidenses podrían enfrentar dificultades para recaudar fondos, especialmente en un momento en que las tasas de interés elevadas y las tensiones geopolíticas ya han enfriado el mercado de IPOs (ofertas públicas iniciales).


Desde la perspectiva china, esta medida también tiene implicaciones estratégicas profundas. Al cortar el flujo de capital hacia EE.UU., Beijing busca reducir su dependencia de los mercados financieros occidentales y proteger sus intereses económicos en un entorno cada vez más hostil. Algunos analistas sugieren que esta decisión podría ser parte de un esfuerzo más amplio para redirigir el capital chino hacia otros destinos, como los países de la ASEAN o Europa, donde China ha incrementado su inversión directa en los últimos años. Sin embargo, este cambio no estará exento de desafíos, ya que la infraestructura financiera de estos mercados no rivaliza con la profundidad y sofisticación de Wall Street.


La presión del gobierno chino sobre sus fondos estatales no es un fenómeno nuevo. Desde el inicio de la guerra comercial en 2018, Beijing ha implementado medidas para limitar la salida de capital hacia Occidente, especialmente en sectores sensibles como la tecnología y la infraestructura. Sin embargo, hasta ahora, las inversiones en capital privado habían permanecido como uno de los pocos canales indirectos viables para desplegar capital en el extranjero. La suspensión actual marca un cambio de rumbo radical, reflejo de una postura más dura frente a lo que China percibe como "bullying tecnológico" y económico por parte de Estados Unidos.


El anuncio también llega en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas. Además de los aranceles, Washington ha intensificado las restricciones sobre la inversión estadounidense en China, con regulaciones que entraron en vigor en enero de 2025 para limitar el financiamiento en sectores como inteligencia artificial, semiconductores y computación cuántica. Estas medidas, diseñadas para proteger la seguridad nacional de EE.UU., han sido calificadas por Beijing como intentos de frenar su desarrollo económico y tecnológico. En este contexto, la decisión de China de suspender inversiones en capital privado estadounidense parece una represalia calculada, destinada a igualar el terreno de juego.


A nivel global, esta escalada plantea interrogantes sobre el futuro de las finanzas internacionales. Los mercados reaccionaron de inmediato al informe del Financial Times, con una venta masiva de acciones de firmas de capital privado en Wall Street durante las primeras horas del 21 de abril. Los inversores temen que la desconexión financiera entre China y EE.UU. pueda desencadenar una recesión más amplia, especialmente si otros países se ven obligados a elegir bandos en este conflicto. Además, la posibilidad de que China "inunde" mercados alternativos con bienes baratos o aumente los subsidios a sus empresas domésticas ha generado preocupación en Europa y otras regiones.


Dentro de China, el gobierno ha intentado proyectar una imagen de fortaleza. En las redes sociales chinas, censuradas para destacar el nacionalismo, han surgido memes y mensajes desafiantes, como uno que sugiere que el nuevo lema de Trump debería ser "MCGA" (Making China Great Again). Sin embargo, analistas advierten que un exceso de nacionalismo podría ser contraproducente, especialmente si la economía china, ya afectada por una desaceleración, no logra absorber el impacto de esta reorientación financiera.
 

La suspensión de nuevas inversiones chinas en el capital privado estadounidense es un movimiento audaz que redefine las reglas del juego en la guerra comercial entre Beijing y Washington. Para China, esta decisión no solo es una respuesta a los aranceles y restricciones de EE.UU., sino también una apuesta por afirmar su autonomía económica en un mundo cada vez más polarizado. Sin embargo, el éxito de esta estrategia dependerá de la capacidad de Beijing para redirigir su capital hacia mercados alternativos sin sacrificar el crecimiento interno, una tarea nada sencilla en un contexto de desaceleración económica.


Para Estados Unidos, la pérdida de inversión china podría debilitar un sector clave de su economía, pero también ofrece una oportunidad para diversificar sus fuentes de financiación y reducir su dependencia de un rival geopolítico. No obstante, el riesgo de una fragmentación financiera global es real, y las consecuencias podrían extenderse mucho más allá de estas dos potencias. The Times en español considera que este paso, aunque tácticamente brillante, podría ser un arma de doble filo para China si no se acompaña de una estrategia clara para mitigar los efectos domésticos y globales.

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