El macabro plan de dos imputados para asesinar a Francisco Albornoz

La investigación revela un plan delictual premeditado detrás del asesinato del joven, los chats revelan cómo dos hombres planearon el homicidio de Francisco Albornoz

Chile08 de junio de 2025Irmina HerreraIrmina Herrera
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Orgullo Lgbtq📷DIEGO MARTIN / AGENCIAUNO

En un caso que ha conmocionado a la sociedad chilena, la investigación del homicidio de Francisco Albornoz, un joven farmacéutico de 21 años, ha tomado un giro escalofriante. El crimen, ocurrido en Santiago, Chile, involucra la participación de Cristian González, un médico ecuatoriano de 31 años, y José Miguel Baeza, un chef chileno de 43 años, conocido como "Kai". Durante la audiencia de formalización llevada a cabo el pasado sábado en el 8° Juzgado de Garantía, la fiscal Rossana Folli presentó evidencia que sugiere un plan delictual premeditado.

Detalles del crimen

La tragedia comenzó en la madrugada del 24 de mayo, en un departamento de la comuna de Ñuñoa, donde Albornoz se encontraba con los imputados. Según la fiscalía, el joven fue víctima de un ataque brutal que le causó un traumatismo encefalocraneano, identificado como la causa de su muerte. Esta conclusión contradice la versión inicial del abogado de González, Gabriel Solorzano, quien había argumentado que Albornoz falleció por una sobredosis tras haber consumido drogas con sus acompañantes.

La fiscal Folli enfatizó que el crimen fue parte de un "plan delictual" destinado a asesinar a Albornoz y evitar que pudiera defenderse. Un hallazgo clave en la investigación fue el descubrimiento de conversaciones de WhatsApp en los teléfonos de los imputados, fechadas el 23 de mayo. Uno de los mensajes de Baeza a González decía: “Aquí ya tenemos uno (por Francisco), si llevai’ cloroformo, droga, marihuana, etcétera.” Esta comunicación evidencia que el asesinato fue planeado con antelación.

El macabro recorrido por Santiago

Tras cometer el crimen, los imputados mostraron una frialdad alarmante. Colocaron el cuerpo de Albornoz en un saco de dormir, lo trasladaron al estacionamiento del departamento y lo depositaron en el maletero del vehículo de González. Durante un período de siete horas, recorrieron diferentes sectores de Santiago, incluyendo la comuna de La Pintana. Como si nada hubiese ocurrido, se detuvieron a comprar bebidas y papas fritas, lo que ha generado un profundo rechazo en la opinión pública.

El cuerpo fue desechado en el río Tinguiririca, en la región de O’Higgins, donde los acusados arrojaron el cadáver desde una altura aproximada de 50 metros. Posteriormente, adquirieron guantes y una soga para atar el cuerpo al automóvil, asegurándose de que no fuera visible. En otro acto de desdén, uno de los imputados descendió por una quebrada para “acomodar” el cadáver, intentando ocultar el crimen.

Dolor y angustia en la audiencia

La audiencia de formalización se convirtió en un momento de tensión y dolor para la familia de Francisco Albornoz, que estaba presente en el tribunal. Asistieron solo tres familiares, incluyendo a sus hermanas, Valentina y Elizabeth Coronado, y su tía, Elsa Gallegos. Su madre, Jacqueline Díaz, optó por no ingresar, preocupada por una posible descompensación debido a su diabetes. Durante esta sesión, la fiscalía solicitó prisión preventiva para los imputados, demanda que fue aceptada por el tribunal. Sin embargo, el delito fue calificado inicialmente como homicidio simple, en lugar de homicidio calificado, como solicitaba el Ministerio Público. La investigación continuará durante los próximos 90 días, a la espera de esclarecer más detalles.

Reacciones de la sociedad chilena

La brutalidad de este caso ha desatado una ola de indignación y ha avivado el debate sobre seguridad ciudadana en Chile. La aparente indiferencia de los imputados ha llevado a muchas voces a reclamar justicia para Albornoz, cuya vida fue truncada de forma violenta. En redes sociales, los usuarios han expresado su apoyo a la familia y piden una condena ejemplar.

Organizaciones de derechos humanos y colectivos ciudadanos han convocado a manifestaciones programadas en las próximas semanas, buscando visibilizar el caso y exigir una investigación exhaustiva. En particular, la comunidad de Ñuñoa se ha visto profundamente afectada, ya que el crimen tuvo lugar en un barrio que históricamente ha sido tranquilo.

Análisis político: The Times en Español

Este crimen no solo es un hecho policial impactante, sino que también refleja las tensiones sociales y políticas que atraviesan a Chile en 2025. La premeditación del homicidio, evidenciada por los chats de WhatsApp, plantea serias interrogantes sobre la efectividad de los mecanismos de prevención del delito y la capacidad del sistema judicial para sancionar adecuadamente a los responsables.

Frente a un clima de creciente inseguridad, este caso alimenta el discurso de quienes abogan por políticas de mano dura. Sin embargo, también invita a una reflexión sobre los factores estructurales que dan origen a la violencia, como la desigualdad social y el acceso a drogas en zonas urbanas. La implicación de un profesional de la salud, como Cristian González, cuestiona la confianza en figuras de autoridad y pone de relieve la necesidad de implementar controles más estrictos en ciertas profesiones.

Además, la calificación inicial del delito como homicidio simple, en lugar de homicidio calificado, ha suscitado críticas hacia el sistema judicial. Organizaciones de derechos humanos han señalado que esto podría reflejar una falta de perspectiva de género o una subestimación de la gravedad del caso. La evolución de este punto será crucial en los próximos meses, influyendo en cómo la ciudadanía percibe la imparcialidad y eficacia de la justicia chilena.

En resumen, el gobierno chileno enfrenta el reto de llevar a cabo una investigación transparente y responder a las demandas del público por mayor seguridad sin caer en posturas de populismo punitivo. La resolución de este crimen será un termómetro para medir la confianza en las instituciones en un contexto político convulso.

Desde un enfoque periodístico, la cobertura del caso Albornoz ha logrado captar la atención del público y generar un impacto emocional significativo. La combinación de elementos como los chats incriminatorios, el recorrido macabro y la final trágica en el río Tinguiririca construye una narrativa intensa que expone la crudeza de la realidad chilena.

El uso de pruebas digitales, como los mensajes de WhatsApp, resalta la importancia del periodismo de datos y la colaboración con fuentes judiciales para proporcionar una cobertura detallada y precisa. Sin embargo, esto también plantea dilemas éticos, como el manejo sensible de la información y el respeto hacia la privacidad de la familia de la víctima, que ha solicitado su espacio mientras enfrenta su dolor.

POR DECICION DEL JUEZ, NO SE PODRA MOSTRAR LOS ROSTROS DE LOS IMPUTADOS.Asesinato de Francisco Albornoz: dos detenidos formalizados por homicidio calificado

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