Jeannette Jara promete un crecimiento que “llegue a la mesa de todos” en Chile

La candidata presidencial del Partido Comunista, Jeannette Jara, plantea un modelo de desarrollo económico que combine sostenibilidad, inclusión y equidad, con énfasis en las familias chilenas y no solo en los grandes empresarios.

Chile22 de abril de 2025The Times en EspañolThe Times en Español
Jara

Santiago, Chile - 22 de abril de 2025 -En un contexto de estancamiento económico que lleva casi una década afectando a Chile, Jeannette Jara, candidata presidencial del Partido Comunista (PC) y apoyada por sectores progresistas, presentó los ejes de su propuesta programática para liderar el país. En un discurso pronunciado este martes, la exministra del Trabajo abogó por un modelo de desarrollo que no solo beneficie a los grandes sectores empresariales, sino que también “llegue a la mesa de todas las familias chilenas”. Sus palabras, cargadas de un tono populista pero también de un diagnóstico crítico, buscan resonar en un electorado cansado de desigualdades persistentes.


“En mi gobierno, el crecimiento no solo llegará a los grandes sectores empresariales, también debe llegar a la mesa de todas las familias chilenas. Porque cuando las personas mejoran su calidad de vida, también se mueve la economía”, afirmó Jara al inicio de su intervención. La candidata subrayó que Chile enfrenta un desafío estructural: un estancamiento productivo que requiere medidas concretas y audaces para revertirse. “No estoy descubriendo la rueda”, admitió con modestia, reconociendo que el diagnóstico es compartido por diversos sectores, pero insistió en que su enfoque marca la diferencia.


Entre las propuestas destacadas, Jara mencionó la incorporación de nuevas tecnologías como un pilar fundamental para reactivar la economía. “Es un tema clave para salir adelante”, señaló, aludiendo a la necesidad de modernizar los sectores productivos y adaptarse a las demandas globales. Sin embargo, no detalló cómo planea financiar o implementar esta transición tecnológica, un punto que podría generar dudas entre analistas económicos.


Otro eje central de su discurso fue la inclusión de la fuerza laboral femenina, un aspecto que, según Jara, requiere abordar los “temas de cuidado”. “Para que las mujeres participen plenamente en el mercado laboral, el Estado debe hacerse cargo de las responsabilidades de cuidado que hoy recaen mayoritariamente en ellas”, explicó. Esta idea, aunque aplaudida por sectores feministas, plantea interrogantes sobre su costo fiscal y la capacidad del Estado chileno para asumir nuevas obligaciones en un contexto de recursos limitados.
Jara también habló de fomentar la inversión, describiendo “distintos mecanismos” que considera “invaluables” para apalancar el crecimiento. “Es absolutamente necesario”, enfatizó, aunque nuevamente evitó entrar en detalles específicos sobre qué incentivos o políticas aplicaría. Este enfoque generalista podría interpretarse como una fortaleza, al mantener flexibilidad, o como una debilidad, al carecer de claridad para los votantes y los mercados.


El corazón de su propuesta, sin embargo, radica en la redistribución de los beneficios del crecimiento. “Debe ser sustentable y debe llegar a la mesa de todos los chilenos”, insistió. Para ilustrar su punto, Jara recurrió al ejemplo del salario mínimo, un área en la que tuvo injerencia como exministra. “Las mejoras que se hicieron en el salario mínimo y las que se puedan hacer, cambiando el concepto a un salario vital, no solo lo que necesitas para sobrevivir, sino cómo viven realmente las familias chilenas, mueven la economía”, argumentó. La idea de un “salario vital” que vaya más allá de la mera subsistencia es ambiciosa y refleja su visión de justicia social, pero también abre el debate sobre su impacto en la competitividad de las empresas y la inflación.
El discurso de Jara no solo busca captar la atención de las clases trabajadoras, sino también posicionarse como una alternativa frente a modelos económicos tradicionales que, según ella, han priorizado a las élites. “Chile tiene una tremenda costa y el pescado no llega a la mesa de todos. ¿Por qué? Porque el pescado se vende”, dijo en una declaración reciente que causó revuelo en redes sociales, evidenciando su intención de conectar con las preocupaciones cotidianas de la ciudadanía.


Sin embargo, su retórica optimista choca con la realidad de un país que enfrenta desafíos estructurales complejos. Chile lleva años lidiando con una productividad estancada, una dependencia excesiva de las materias primas como el cobre y una desigualdad que, aunque ha disminuido en las últimas décadas, sigue siendo una de las más altas entre los países de la OCDE. Las propuestas de Jara, aunque bien intencionadas, podrían requerir un nivel de intervención estatal y gasto público que tensionaría las arcas fiscales, especialmente en un escenario de crecimiento económico limitado.


Además, su afiliación al Partido Comunista genera tanto apoyo como desconfianza. Para sus seguidores, representa una ruptura con el statu quo neoliberal; para sus detractores, evoca temores de políticas que podrían ahuyentar la inversión privada o replicar modelos económicos fracasados en otros países. Jara, consciente de esta polarización, parece apostar por un discurso que equilibre pragmatismo y progresismo, pero el éxito de esta estrategia dependerá de su capacidad para traducir promesas en planes concretos.


En el tramo final de su intervención, la candidata reiteró que el crecimiento debe tener “condiciones indispensables”: sostenibilidad e inclusión. “Creo que esas son condiciones muy indispensables”, afirmó, cerrando con una nota de convicción que busca proyectar liderazgo. Sin embargo, la falta de especificidad en temas clave como el financiamiento de sus propuestas o las reformas tributarias necesarias para sostenerlas deja un vacío que sus opositores podrían explotar en la campaña.
 
La propuesta de Jeannette Jara tiene un claro enfoque social, alineado con las demandas de equidad que han marcado el debate público en Chile desde el estallido social de 2019. Su énfasis en un crecimiento inclusivo y sostenible responde a un sentimiento ampliamente compartido: el desarrollo económico no puede seguir beneficiando solo a unos pocos. Sin embargo, el discurso peca de generalidades y carece de un roadmap claro para enfrentar los desafíos estructurales que ella misma identifica. Hablar de tecnología, cuidado y salarios vitales suena atractivo, pero sin un plan detallado, estas ideas corren el riesgo de quedar en buenas intenciones.


Desde The Times en español, observamos que la viabilidad de su visión dependerá de factores que Jara no abordó: ¿Cómo se financiará un aumento del gasto público sin afectar la estabilidad macroeconómica? ¿Qué incentivos específicos propone para atraer inversión sin sacrificar su agenda redistributiva? Además, su retórica sobre “llevar el crecimiento a la mesa de todos” podría interpretarse como populismo si no se acompaña de medidas realistas. Aunque su diagnóstico es certero —Chile necesita un nuevo modelo productivo—, la ejecución de sus ideas enfrenta obstáculos que trascienden la voluntad política, como la resistencia de los sectores empresariales y las limitaciones fiscales.


En conclusión, Jara ofrece una narrativa esperanzadora, pero su éxito dependerá de su capacidad para transformar poesía en prosa técnica. Por ahora, su discurso es un canto a la justicia social que resuena, pero que aún debe demostrar que puede sostenerse en la práctica.

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