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Suspensión del acuerdo energético marca un nuevo pico de tensión entre Caracas y Puerto España. Nicolás Maduro señala las maniobras militares como una amenaza inminente.
Latam28 de octubre de 2025
Elena Carvajal
En un giro inesperado que podría tener repercusiones significativas en la política energética del Caribe, Venezuela anunció la suspensión del acuerdo energético que mantenía con Trinidad y Tobago. Esta decisión viene horas después de que Puerto España recibiera al buque de guerra USS Gravely, parte de las operaciones militares conjuntas antinarcóticos entre Estados Unidos y su vecino caribeño. Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, considera estas maniobras militares como una amenaza directa a la seguridad de su nación, elevando aún más la tensión en la región.
Desde 2015, Venezuela y Trinidad y Tobago habían establecido un acuerdo de cooperación en materia de gas, enfocándose en el desarrollo y explotación de recursos energéticos en el Mar Caribe. Este pacto no solo suponía un beneficio económico para ambos países, sino que también buscaba fomentar la estabilidad en una región marcada por fluctuaciones en el suministro energético. Sin embargo, la relación ha cambiado drásticamente en los últimos años, exacerbada por la llegada al poder de la primera ministra Kamla Persad-Bissessar, quien ha adoptado una postura alineada con Washington.
El lunes 8 de junio de 2025, Maduro, durante su programa de televisión, anunció oficialmente la cancelación del acuerdo. “He aprobado la medida cautelar de suspensión inmediata de todos los efectos del acuerdo energético y de todo lo convenido en esa materia”, declaró contundentemente. La vicepresidenta Delcy Rodríguez, al frente del fundamental Ministerio de Hidrocarburos, apoyó esta decisión, sugiriendo que la escalada de tensiones en la región ha llevado a la administración venezolana a esta drástica acción.
La primera ministra Persad-Bissessar, al conocer la ruptura del acuerdo, respondió con firmeza. "Nuestro futuro no depende de Venezuela y nunca lo ha hecho", enfatizó, subrayando que Trinidad y Tobago no se vería afectada por "ningún chantaje político". Este intercambio de declaraciones refleja la creciente desconfianza y tensión entre ambos países, exacerbada por las implicaciones de la presencia militar estadounidense en la región.
El USS Gravely, un destructor de misiles guiados, forma parte de una flotilla de buques que Estados Unidos ha desplegado en el Caribe. Su presencia es parte de una estrategia más amplia para combatir el tráfico de drogas en la región, que ha cobrado la vida de al menos 43 personas en diversos ataques contra supuestas "narcolanchas". Esto no solo ha enfocado la atención en las políticas de seguridad de la administración de Estados Unidos, sino que también ha suscitado un fuerte rechazo de Caracas, que interpreta estas acciones como una injerencia militar en su soberanía.
Poco antes de la llegada delUSS Gravely, Venezuela reportó el desmantelamiento de una supuesta "célula criminal" vinculada a la CIA, acusada de planear ataques contra el buque militar para incriminar al gobierno venezolano. La gravedad de estas afirmaciones, aunque cuestionadas y difíciles de verificar, resalta la fragilidad de la situación en el Caribe y la tendencia de ambos países a interpretarse mutuamente las acciones como amenazas.
La suspensión del acuerdo energético puede tener efectos de largo alcance en el mercado energético del Caribe. Trinidad y Tobago, que ha estado aumentando su producción de gas natural y buscando activos en el área marítima cercana a la frontera con Venezuela, podría verse beneficiado si logra diversificar sus fuentes de energía. No obstante, las tensiones resultantes de este contexto político pueden complicar esas aspiraciones económicas.
Analistas regionales advierten que la ruptura del acuerdo podría hacer que Venezuela busque alternativas para canalizar su producción de gas, en un contexto donde las sanciones de Estados Unidos han aislado aún más sus operaciones energéticas. Francisco Monaldi, experto en energía latinoamericana de la Universidad de Rice, señaló: “Este es un golpe significativo para la estabilidad energética del Caribe, y refleja la creciente incertidumbre en la región.”
Las maniobras militares y las decisiones políticas irán delineando un contorno de relaciones cada vez más tensas en el Caribe. La ruptura del acuerdo energético entre Venezuela y Trinidad y Tobago no solo señala un deterioro de las relaciones bilaterales, sino que también reconfigura el panorama geopolítico en el que Estados Unidos juega un papel decisivo. La dinámica futura dependerá de la capacidad de ambos países para navegar las complejas olas de la política y la economía energética, exacerbadas por la injerencia de potencias extranjeras.
La ruptura del acuerdo energético entre Venezuela y Trinidad y Tobago no solo es un signo de la complejidad de las relaciones intercaribeñas, sino que también ilustra cómo la geopolítica puede influir profundamente en las decisiones económicas. Desde la llegada de la primera ministra Kamla Persad-Bissessar, Trinidad y Tobago ha adoptado un enfoque más proactivo, alineándose con los intereses de Washington y, al mismo tiempo, desmarcándose de su antiguo aliado, Caracas.
Venezuela se encuentra en una situación vulnerable, atrapada entre un gobierno que enfrenta severas sanciones internacionales y la necesidad de diversificar sus exportaciones. A medida que sus relaciones con Trinidad y Tobago se deterioran, la industria petrolera venezolana, ya golpeada, podría encontrar obstáculos adicionales en la búsqueda de inversiones y acuerdos estratégicos.
Estas tensiones podrían agudizar conflictos en el espacio caribeño, lo que a su vez podría llevar a un realineamiento de allegados en la región. Así, el impacto del USS Gravely en Puerto España podría ir mucho más allá de unos simples ejercicios militares, alterando las dinámicas económicas y políticas en el Caribe durante años venideros.
¿Por qué se rompió el acuerdo entre Venezuela y Trinidad y Tobago?
Venezuela suspendió el acuerdo debido a acciones militares que considera amenazantes, relacionadas con la presencia del buque USS Gravely en Trinidad y Tobago.
¿Qué implica la suspensión del acuerdo energético?
La suspensión refleja el deterioro de las relaciones bilaterales y tendrá repercusiones significativas en la cooperación energética en la región.
¿Cuáles son las motivaciones detrás de la llegada del buque de guerra estadounidense?
Las maniobras buscan fortalecer operaciones antinarcóticos en el Caribe, aunque generaron preocupación en Venezuela, que lo considera una invasión de su soberanía.
¿Qué efectos podría tener esta situación en la economía de Venezuela?
La ruptura del acuerdo puede complicar aún más la situación energética y económica de Venezuela, que ya enfrenta severas sanciones internacionales.
¿Cómo responde Trinidad y Tobago a las acusaciones de Venezuela?
Trinidad y Tobago ha negado cualquier "chantaje político" y reafirmado su independencia y capacidad de decisión en asuntos energéticos y de seguridad.
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