La calle se prende en Perú por reclamos de solución para una crisis que está lejos de irse

Diciembre 12, 2022
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La plaza San Martín, ubicada en el Centro Histórico de Lima, capital de Perú, es el punto desde donde se organiza la ciudadanía para defender o protestar por diversas causas. Esta vez, la defensa del expresidente Pedro Castillo (2021-2022) es la bandera que, por lo menos ahí, se ondea.

El presidente del Perú es Pedro Castillo. No queremos a la usurpadora de (Dina) Boluarte (actual presidenta del país). El pueblo eligió al presidente Castillo y queremos su liberación y el cierre de ese nido de ratas que es el Congreso”, dice a la Agencia Sputnik Segismundo Valle, ciudadano que el lunes se ha agrupado con otros partidarios de Castillo en la céntrica plaza.

El 7 de diciembre, el entonces presidente Castillo anunció el cierre del Congreso, estableciendo un gobierno de excepción que, en un plazo de nueve meses, pretendía convocar a elecciones legislativas para conformar un parlamento que, además, iba a tener atribuciones para redactar una nueva Constitución.

La movida de Castillo fue rechazada por todas las instituciones del Estado que la calificaron como un quiebre del orden constitucional o un intento de golpe de Estado.

PRESIDENTA IMPOPULAR

 

El Congreso procedió entonces a destituirlo y nombrar en su reemplazo, y por sucesión constitucional, a la entonces vicepresidenta Dina Boluarte como la nueva jefa de Estado.

A los pocos minutos de que el ciudadano Segismundo Valle hablase con esta agencia y exigiera la liberación de Castillo (detenido por la justicia bajo presuntos cargos de rebelión y conspiración), en la plaza los partidarios del exmandatario difundieron una noticia desde un megáfono.

La noticia rezaba que el expresidente acababa de anunciar, vía Twitter, que es “incondicionalmente fiel al mandato popular y constitucional que ostenta como presidente”, anunciando que no renunciará a su funciones como jefe de Estado; también calificando a Boluarte como una “usurpadora”.

El anuncio del exjefe de Estado genera vítores entre los reunidos en la plaza San Martín quienes, con más fuerza, profieren insultos contra Boluarte y los miembros del parlamento.

Vilma Escudero, ciudadana peruana y simpatizante de Castillo, explica a la Agencia Sputnik que es del departamento de Cajamarca (norte) y sostiene que “Boluarte es una traidora, cómplice del poder de los grupos de la oligarquía (en Perú)”.

Si bien la liberación de Castillo está lejos de concretarse pues ciertamente no existen los mecanismos legales que permitan la liberación de una persona que ha sido detenida en flagrancia delictiva, la opinión de los ciudadanos nace de una fuente visceral, a juzgar por la fuerza de sus reclamos y denuestos contra el Congreso y la actual jefa de Estado.

Perú está viviendo días agitados, en particular en los departamentos del sur andino, donde las protestas contra el Congreso y Boluarte ya han cobrado la vida de cuatro personas en enfrentamientos con la policía.

Y es que, como se oye entre los asistentes a la plaza San Martín, el Congreso estuvo en un error cuando, luego del fallido cierre del parlamento de Castillo y la toma de mando de Boluarte, estimó que la población iba a quedarse calmada.

Digamos algo objetivo. Según sondeos, la desaprobación ciudadana a la gestión de Castillo era alta (alrededor del 75 por ciento), pero la desaprobación del Congreso era aún mayor, bordeando el 90 por ciento.

En ese sentido, las imágenes de los miembros del parlamento celebrando luego de haber destituido a Castillo el miércoles 7, así como sus vivas en nombre de lo que consideraban un triunfo sobre un mandatario que intentó cesarlos en sus cargos, parece que fueron gestos que olvidaron por completo que, si bien Castillo era un político resistido, ellos lo eran peor.

Es preciso decir que no son mayoría los peruanos que exigen la liberación de Castillo, pues este era un personaje, como se apuntó, bastante resistido por el grueso de la población.

 

QUE SE VAYAN TODOS

 

Sin embargo, y según sondeos, siempre la mayor parte de peruanos consideró el adelanto de elecciones generales como la salida preferida a la crisis que tenía enfrentado al Ejecutivo contra el Legislativo.

Entonces esto deja claro que, si bien Castillo no puede volver al poder luego de haber intentado lo que, en efecto, intentó ser una ruptura del orden constitucional, la toma de mando de Boluarte implica la permanencia del Congreso hasta el fin de su mandato en julio de 2026.

Visto así, y con una ciudadanía cansada de su clase política y que clama  por “que se vayan todos”, esperar hasta 2026 es demasiado, un tiempo demasiado largo para resistir su paciencia.

En la madrugada del lunes, la presidenta Boluarte anunció que enviará al Congreso un proyecto de ley para que se adelanten las elecciones generales y, tanto ella como la representación nacional, abandonen sus cargos en 2024.

Sin embargo, aun esta posible reducción de dos años en la permanencia de la presidenta y los congresistas en el poder parece insuficiente para una población cuyo hartazgo y reclamos exigen salidas inmediatas.

“El Congreso es el verdadero problema”, comenta un peruano desde la plaza San Martín y parece tener razón o, cuanto menos, sus palabras bien pueden entenderse como un golpe contra la realidad para un Legislativo que quizá pensó que, luego de la destitución de Castillo, todo iba a ser armonía en Perú. Y no lo está siendo. (Sputnik)