La reciente edición del “Latin America Energy Week, organizado por Siemens Energy, dejó importantes conclusiones sobre los principales desafíos energéticos para Latinoamérica, incluido nuestro país. Así, lo demostró el informe elaborado por Siemens Energy, en conjunto con la consultora de gestión estratégica global, Roland Berger, quienes presentaron el Índice de Preparación para la Transición Energética.
El estudio, recopiló la opinión de alrededor de 530 líderes empresariales regionales y globales, responsables políticos y representantes gubernamentales de diversos sectores que asistieron al “Latin America Energy Week” 2022. Las respuestas fueron agrupadas en cada una de las 12 prioridades energéticas clave predefinidas, combinando el progreso de cada prioridad (“preparación”) con una evaluación de su respectiva importancia (“madurez del sistema”), medida por la importancia promedio de todas las prioridades.
El informe, que describe la preparación percibida en una escala de 0 a 100%, encontró que la región tiene, actualmente, una puntuación del 22% en el índice de preparación. Esto, indica que aunque América Latina tiene una base sólida para ampliar su influencia en la transición energética mundial, tendrá que crear las condiciones adecuadas para ello, logrando una mayor integración regional y haciendo de las exportaciones de energía limpia una prioridad estratégica.
Sobre estos resultados y la realidad energética del país, se refirió Javier Pastorino, Managing Director Siemens Energy Argentina, Chile y Uruguay.
Tomando en cuenta el reciente estudio, ¿Cuáles son los principales desafíos para la región y para Chile en materia energética?
Estamos en un momento definitorio para el sector energético. El complejo escenario global actual nos recuerda el decisivo impacto que la geopolítica puede jugar en los planes energéticos de los países y, en particular, como ello puede afectar el proceso de transición energética mundial.
Lo que particularmente observo de este contexto es que las alianzas en materia energética serán cada vez más importantes: Algunos países pueden aportar su know-how tecnológico y experiencia en base al camino ya recorrido hacia Net-Zero, al tiempo que otros países, como Chile, tienen condiciones naturales excepcionales para ser un proveedor confiable de energía limpia.
Así es que pueden conformarse alianzas win-win a largo plazo que catalicen esta transición e, incluso, aceleren el desarrollo de la economía del hidrogeno, no solo en beneficio de ambas partes sino en definitiva del planeta.
Según el resultado de nuestra reciente encuesta entre líderes de opinión, las tres principales áreas sobre las que debe trabajarse para contribuir a este desarrollo son las políticas, la financiación y la cooperación. La tecnología ya no es un problema hoy en día.
En resumen y, a pesar de los enormes desafíos, considero que el contexto global puede finalmente ser favorable para Chile y permitirle a mediano plazo ser un protagonista en el proceso de transición energética, dentro y fuera de sus fronteras.
¿Por qué se dice que la Región tiene un potencial energético , especialmente en Hidrógeno Verde? ¿Qué rol juega Chile en ello y que nos hace diferente al resto de los países?
Uno de los factores decisivos que va a permitir hacer realidad la economía del hidrógeno en pocos años, es la baja que se está logrando en sus costos de producción. En este proceso de producción el papel decisivo lo tiene, a su vez, el costo de la energía eléctrica, necesaria para dividir el agua y obtener el hidrógeno. Afortunadamente, el costo de la energía eléctrica proveniente de fuentes renovables -como el sol y el viento- ha disminuido cerca de un 80% en los últimos 10 años.
En base a esta tendencia es que hoy podamos hablar de hidrógeno verde en nuestra región sobre una base mucho más realista, particularmente en Chile, que cuenta con vientos y sol de excepcionales características.
Esta década será decisiva para posicionar a los futuros jugadores globales en este mercado, y las estrategias, políticas y proyectos piloto que está desarrollando el país van por el buen camino.
Hoy se vive una crisis económica generalizada por distintos factores: guerras, post pandemia, crisis social. Desde esa perspectiva, ¿qué beneficios económicos podría tener una transición energética hacia el uso de energías renovables o verdes?
La Guerra está impactando en la forma y el ritmo de la transición energética, y ello no solo en Europa. Estamos viendo actualmente desbalances en el trilema energético, que debería encontrar un equilibrio para que la energía sea segura, asequible y sostenible. En el corto plazo, sabemos que la seguridad estará en el foco, pero no debemos perder de vista las otras dos prioridades, especialmente, en nuestra Región.
Y cuando hablamos de seguridad de los sistemas energéticos, la diversidad es importante, ya que se buscará disponer de múltiples proveedores, múltiples rutas de provisión, múltiples tipos de fuentes, y todo ello con énfasis en eficiencia y seguridad. En resumen, veo un probable desplazamiento en el protagonismo de países con abundantes recursos fósiles hacia países con abundantes recursos naturales y fuentes de energías limpias.
Ello, abre para la región y para Chile una ventana de oportunidad, para convertirse en proveedor de energía limpia hacia el mundo, por ejemplo, exportándola en forma solida (amoniaco) o liquida (e-fuels). La dimensión de este potencial está muy bien explicada en la estrategia de hidrogeno de Chile, que visualiza a futuro un impacto similar al que hoy tiene el cobre para la economía local.
Los beneficios económicos para el país son evidentes, pero igualmente importante es asegurar que ese beneficio llegue e impacte positivamente en la sociedad en su conjunto, especialmente en las regiones de donde proviene esa energía. Aquí es necesario trabajar estratégicamente para enriquecer las cadenas de valor y asegurar la formación y reskilling de la fuerza de trabajo local. Ello, requiere de una articulación conjunta con actores claves del ecosistema de formación, incluyendo a los institutos de formación técnica, las universidades y los centros de investigación, entre otros.
La descarbonización es un tema recurrente en la región y en Chile. Todos están de acuerdo en que hay que realizarla, pero ¿cómo se logra esa transición? ¿Qué hace falta? ¿Es sólo voluntad política? ¿Dónde deben ponerse los énfasis?
En el mundo energético, las inversiones son intensivas en capital y se realizan en marcos de tiempo extensos. Por ello el contexto político, económico y regulatorio debe ser favorable, y especialmente estable en el largo plazo. Ello permitirá seguir avanzando en el proceso de transición energética, poniendo énfasis mínimamente en:
- Mejorar la eficiencia energética y electrificar todo lo posible en la industria, el transporte, los hogares.
- Expandir aceleradamente las renovables y desarrollar proyectos de hidrógeno, tanto para uso interno como para exportación.
- Ampliar, modernizar y digitalizar las redes de transmisión, para integrar esa energía renovable en la infraestructura energética, garantizando estabilidad y resiliencia.
Pero, al hablar de descarbonización, debemos ser realistas y honestos con nosotros mismos. Hasta que las renovables estén disponibles en cantidad suficiente y esté garantizada la seguridad de suministro, necesitaremos combustibles de transición, como el gas natural, por al menos un ciclo de inversión adicional. Las turbinas de gas de alta eficiencia pueden reemplazar a las plantas de carbón y reducir las emisiones a menos de la mitad. Estas turbinas ya pueden hoy quemar hidrogeno, por lo que una inversión de este tipo es razonable económica y ambientalmente.
¿Qué rol juegan los Estados y Empresas Privadas en los cambios hacia energías renovables? ¿Qué está haciendo Siemens Energy, por ejemplo, para desarrollar o contribuir en este camino?
Como muestran los resultados de la encuesta, desde el punto de vista político, los gobiernos deben crear las condiciones regulatorias y financieras que incentiven la transición. La buena noticia es que las tecnologías están disponibles, y la voluntad social también acompaña.
Desde Siemens Energy, además de proveer integralmente todo tipo de soluciones y tecnologías para esta transición, buscamos promover constantemente un debate acerca de la temática entre los principales stakeholders, de modo de compartir puntos de vista, generar conciencia, y en definitiva buscar acelerar la deseada transición.
Una de las claves para hacer frente al desafío del cambio climático, y avanzar en el proceso de descarbonización del planeta, es avanzar hacia el concepto de “acoplamiento sectorial”, que propone integrar las energías limpias en sectores tales como la industria, la energía y la movilidad, con soluciones que utilicen hidrógeno verde.
Siemens Energy pretende liderar el proceso de transformación energética global y ser el socio ideal para sus clientes al momento de encarar procesos de descarbonización. Y en este camino, el hidrogeno juega sin dudas un rol clave, especialmente cuando la electrificación alcanza sus límites.
Llevamos muchos años en la investigación y desarrollo de tecnologías para producir hidrógeno “verde” a partir de energías renovables utilizando la electrólisis PEM, y tenemos varias plantas de electrólisis de hidrógeno operando para diversos clientes globales.
El mundo necesita desarrollar el hidrógeno verde y los e-Fuels en el mediano y largo plazo. Ellos presentan ventajas por su mínimo impacto ambiental, su buena capacidad de almacenamiento y sus efectos sinérgicos, al permitir acoplar sectores como el eléctrico y de transporte, entre otros. En Chile estamos trabajando como partner de la empresa HIF (Highly Innovative Fueles) en el proyecto Haru Oni para hacer realidad esta visión.
Desde nuestra óptica, si no se desarrolla esta economía del hidrógeno verde, no podremos lograr el objetivo del Acuerdo de París para que la temperatura quede bajo el límite fijado, por lo que tenemos que trabajar fuerte en este sentido antes de que sea demasiado tarde.
¿Qué rol juega la tecnología en este camino hacia energías verdes? ¿Está preparada la Región para adoptarlas?
La tecnología no es un aspecto crítico ni mucho menos una barrera hoy en día para avanzar hacia la descarbonización. La Región debe trabajar política y regulatoriamente con foco en el establecimiento de objetivos y estrategias de largo plazo, generando las condiciones adecuadas para atraer las inversiones y desarrollar los proyectos.
Por otro lado, y como mencione anteriormente, la velocidad de la transición dependerá además de que logremos trabajar en un marco de cooperación, a todo nivel. Los gobiernos y el sector privado deben consensuar marcos regulatorios para pasar del debate a la acción. El establecimiento de metas anuales para, por ejemplo, el reemplazo del H2 gris por verde es una posible alternativa para Chile, tal cual lo actuado en su momento para incentivar el desarrollo de las energías renovables.
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