El problema del fundamentalismo religioso y la política por Boris Briones Soto

Marzo 13, 2022
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Hay muchas definiciones sobre fundamentalismo religioso, pero podemos coincidir en que se basa en una lectura al pie de la letra de los textos sagrados. «El fundamentalismo religioso expresa un conjunto de creencias basadas en una interpretación literal de un manuscrito considerado sagrado, con una exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina» (Benoliel, Etchezahar y Ungaretti 2020). Esta forma de ver la religión también es una manera de concebir la sociedad. No existe una separación entre el espacio sagrado propio de la religión y el espacio profano, la vida diaria.

El fundamentalismo no acepta posturas distintas y es muy fácil de politizar. El discurso conservador logra tener una buena acogida en sectores fundamentalistas, porque no transa en lo que considera deben ser valores universales.

Hay autores (Hunsberger 1995, Wylie & Forest 1992, Altemeyer 1996) que plantean que el fundamentalismo es una manifestación del autoritarismo de derecha o, que al menos, posee actitudes de este tipo.

Históricamente el discurso fundamentalista se construye en base al desconocimiento del otro. Existe un miedo a lo diferente, sobre todo cuando el otro presenta una creencia religiosa distinta, que resulta ajena y distante. En el mundo hay distintos ejemplos de cómo el fundamentalismo religioso ha sido dañino. Hay países confesionales en los que la ley se aplica en base a parámetros religiosos de acuerdo con lo que dictan los textos sagrados.

En Chile las discusiones más recientes relacionadas con fundamentalismo religioso y política han sido el matrimonio igualitario y el aborto. En ambos casos el discurso opositor se sustenta en concepciones religiosas sobre el bien y el mal, lo moralmente aceptable y lo que una determinada deidad acepta o no, siempre basando la discusión en lo que señala un texto sagrado.

El fundamentalismo se puede combatir mediante la educación, partiendo por señalar que la lectura de un texto sagrado nunca debe ser literal, sino a la luz del contexto histórico en el cual surge y de la mano con la interpretación teológica. La mejor forma de frenar al fundamentalismo es basándose en el respeto a las personas, a la humanidad en sí misma, en cuanto seres humanos. Si los fervorosos creyentes de una determinada religión logran entender que el otro –que profesa una creencia distinta– es también una persona, es un vecino, es un compañero de trabajo, es un familiar, es un ciudadano, las cosas serían distintas porque al verlo también se verían a sí mismos.

Por supuesto que cualquier persona es libre de creer en lo que quiera, e incluso, dar a conocer sus creencias públicamente con la finalidad de obtener nuevos adeptos. El problema se genera cuando se busca imponer la religión basándose en que un determinado texto sagrado es verdad absoluta.

En las pasadas elecciones presidenciales vimos como un sector fundamentalista de la religión, que no es el mayoritario, tomó partido por el candidato conservador. Esto tenía como finalidad generar un gobierno que respondiera a las verdades reveladas, buscando que se legislara en base a textos sagrados, del mismo modo que se hace en países confesionales.

Por supuesto que la política no debe ser enemiga de la religión, hay mucho trabajo conjunto que realizar. Nadie podría desconocer la labor social de la religión en las poblaciones, donde abundan los comedores solidarios y las ollas comunes. El problema es el fundamentalismo religioso que busca frenar avances mediante su intransigencia y su intromisión en la elaboración de políticas públicas. Los derechos sexuales, reproductivos y los asuntos de salud pública no pueden estar a la voluntad de las creencias, se debe velar por la universalidad en esta materia, ya que trascienden las fronteras de la religión.

Solo queda apostar por mayor educación y mayor conocimiento del otro, en esto las religiones deben ser protagonistas. Creer o no creer no deben ser sinónimos de imponer.

 

Boris Briones Soto

Doctor en Historia, Antropología y Religiones